En el siglo XVIII la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo erigió en esas tierras una capilla, hoy Parroquia de San
Miguel, consagrando un oratorio a Nuestra Señora de los Remedios. En
1822, la Hermandad dejó de ser religiosa y cedió su lugar a la
Sociedad de Beneficencia, la que en remate público vendió la quinta
en 1828 a Don Domingo Olivera. La chacra "de los Olivera", cuyo
nombre real era "Los Remedios", fue utilizada como centro de
experimentación y explotación agrícola- ganadera y distintas
generaciones de los Olivera ocuparían el casco del establecimiento
que aún hoy conserva sus características esenciales.
También funcionó un tambo modelo con un sistema de frío que podía
conservar 1.000 litros de leche durante 36 horas. La chacra fue
objeto de sucesivos fraccionamientos, hasta que el 7 de marzo de
1912 la Municipalidad adquirió el terreno comprendido por las calles
Lacarra, Directorio, Moreto y Gregorio de Laferrere, para formar
allí un parque público.
El 28 de marzo de 1914 se inauguró oficialmente el mencionado parque
con la denominación de "Olivera". El 14 de noviembre de ese mismo
año recibió finalmente el nombre actual, Parque Dr. Nicolás
Avellaneda que es el nombre que por extensión recibió el barrio a su
alrededor.
Algo de esta Historia.
La Santa
Caridad en el Río de la Plata
- 1727 - 1821
Juan A. Lucero
La Ciudad de la Santísima Trinidad, en la segunda década del
siglo XVIII, crecía no solo en lo político, social y económico, sino
que lo hacia y mucho en la cantidad de habitantes, aun a pesar del
aspecto sanitario, que era más que pobre, pues aun se carecía de una
política sanitaria coherente con su expansión.
El cabildo hacia saber algunas pautas para mejorar la ciudad, lo
cual cambiaba poco la higiene urbana e individual, que era
desastrosa, acompañaban y ayudaban, los escasos conocimientos
médicos de la época y las continuas epidemias, haciendo un cóctel
sanitario con funestas consecuencias. No había una solución al
entierro de aquellos que no eran reconocidos como “de posibles”,
pues a estos no les faltaría sitio en alguna de las muchas iglesias
que tenia la ciudad, pues en cada una de ellas había un lugar
disponible, dentro de las Iglesias los principales apellidos de la
sociedad, y aledaño a ellas, un terreno destinado para camposanto,
donde tendrían su ultima morada los fallecidos, en la gracia de
Dios. Muy diferente era el destino de los pobres, los indios, los
mestizos, los negros y los forasteros, a quienes debemos sumar los
ajusticiados, los asesinados y los hallados muertos en el campo, en
alguna de las calles o huecos, sin poder identificar su procedencia,
ni hablar de las victimas de las continuas epidemias; todos ellos en
el mejor de los casos eran enterrados en algún lugar alejado de la
ciudad, sino eran arrojados sin más tramite, quedando insepultos en
medio de la pampa, a merced de la voracidad de las fieras, otra
opción eran los huecos de la planta urbana, siendo famoso por esta
circunstancia el “ Hueco de las Animas”, ubicado en la esquina de
las hoy calles Rivadavia y Reconquista, continuo deposito de
cadáveres desconocidos, por supuesto había un paso previo, por
cuestión de humanidad, exhibir los cuerpos en la recova del cabildo,
para que alguien pudiera reconocerlo y darle cristiana sepultura, o
en su defecto depositaria unas monedas, en un plato, que se colocaba
junto al fallecido, contribuyendo de esa forma a su entierro en
lugar decente.
Era necesaria esta recaudación, los entierros no eran gratuitos, se
cobraba un arancel eclesiástico que para estos años era de:
Entierro mayor 30 pesos
Entierro menor 18 pesos
Entierro de 7 años abajo 11 pesos
Entierro Pobre de Solemnidad, mayor si es español , menor si es
indio, mestizo o negro 2 pesos
Algunos sacerdotes, gracias a Dios la minoría, se negaban a dar
cristiana sepultura a aquellos que no contasen con el dinero del
antedicho arancel, agravando con esta actitud los problemas que
ocasionaban los insepultos en la ciudad, poniendo a la salud de toda
la población en serio peligro.
Recién tendrá una intervención decisiva la corona, con la Real
Cedula de Aranjuez, fechada el 29 de abril de 1760, donde el monarca
encarga a los obispos reprender a los sacerdotes que así actuaban y
darle una definitiva solución al problema de los entierros. En
España había a principios de 1700, por lo menos tres instituciones
dedicadas a dar sepultura a los pobres, desconocidos, y
ajusticiados, una de ellas en Cádiz, la otra en Sevilla, y una
tercera en Málaga, en América había una en Santiago de Chile. Como
hemos dicho antes una de estas instituciones dedicada a la piadosa
tarea de enterrar a los olvidados y abandonados de la iglesia, se
hallaba en Cádiz, lugar donde había nacido en 1687, don Juan Alonso
González y Aragón, quien siendo muy joven se traslada a América,
afincándose en Santiago del Estero, donde se unirá en matrimonio con
doña Lucía de la Caridad Islas y Alva, de esta unión nacen tres
hijos, Gregoria, Juan Manuel y José González Islas, este ultimo nace
en 1724, tendrá destacada participación en la obra caritativa que su
padre desarrollara en Buenos Aires.
Al enviudar en 1726, don Juan Alonso González y Aragón, se traslada
de Santiago del Estero, junto con sus hijos, a Buenos Aires. Será
testigo del problema que representan los insepultos, teniendo en su
persona mucha caridad para dar, y ser una persona inmensamente
piadosa, junto a un grupo de vecinos selectos, tratan de dar una
solución, muchos años antes de que se emita la Real Cedula de
Aranjuez.
Algunos años más tarde, y debido a su condición de viudo, don Juan
Alonso González y Aragón, decide dedicarse a la vida religiosa,
ordenándose sacerdote en 1734, será el primer Capellán de la
Capilla, que construye la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro
Señor Jesucristo, aun hoy ubicada en las calles Suipacha y Bartolomé
Mitre. Corre el año 1727, un grupo de selectos vecinos de Buenos
Aires, con don Juan Alonso González a la cabeza, se reúnen en la
Iglesia de San Juan Bautista, Parroquia de naturales, donde le dan
vida a la “Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo”, nace para ocuparse de dar sepultura a los pobres de
solemnidad españoles, negros, indios, mestizos y esclavos, “muertos
en la ciudad o en los campos y náufragos en el mar y ríos, por
muerte natural o violenta o ajusticiados”, también se harán cargo
del cuidado de los pobres enfermos y huérfanos. El 22 de febrero del
mismo año solicitan al Obispo de Buenos Aires, fray Pedro de Fajardo
y al Gobernador de Buenos Aires don Bruno Mauricio de Zabala,
licencia para la fundación, adjuntándole pocos días después las
reglas que regirían a la hermandad hasta tanto se consiguieran y se
adoptaran las de Cádiz. Si bien el Obispo las aprueba el 3 de marzo
siguiente, asignándole como patrono al Arcángel San Miguel, imagen
entronizada en la iglesia de San Juan Bautista, primer asiento de la
hermandad; el Cabildo aprueba el pedido recién el día 11 del mismo
mes y año y el día 13 se lleva a cabo la primera reunión y Elección
de los hermanos, quedando constituida de la siguiente forma:
Hermano Mayor Capitán Juan de San Martín
Hermano Tesorero Don Antonio Gallegos
Hermano Contador Don Carlos Narváez
Hermano Procurador Don Juan Alonso González
Hermano Alcalde Menor Don Juan Francisco Basurco
Hermano Consultor Don Alonso de la Vega
Hermano Consultor Don Joseph de Ojeda
Hermano Consultor Don Joseph Cong.
Hermano Consultor Don Francisco Navarro
Hermano Consultor Capitán Don Juan de Carvajal
Hermano Fiscal Don Salvador del Castillo
Hermano Secretario Don Joseph de Esquibel Si bien el Acta de esta
Asamblea se encuentra perdida, del “libro de Cargo”, del “Libro de
Fundación”, y el de los “Acuerdos de la Hermandad de la Santa
Caridad”, que se encuentran en el Archivo General de la Nación,
podemos reconstituir por lo menos parte de la Primera Elección, como
bien se puede observar arriba, y saber quienes fueron los primeros
miembros de la hermandad:
José Aballe Gral. José Ruiz de Arellano
Francisco de Araujo Dr. José Antonio Basurco y Herrera
Juan de Cañas Juan Ignacio de Gallegos
Luis de Giles Juan Antonio de Giles
Francisco de Lemos Andrés de Malaver
Francisco Antonio de Miranda Fernando Mansilla
Francisco de Orbes Antonio Pessoa
Bernardo de Rocha Jerónimo Ruiz
Miguel Gervasio Ruiz Tomás Romero
Antonio Sotelo Matías Solana
Juan Bautista Sian Juan Toscano
Alonso de la Vega Gregorio de Viacava El libro de Cargo dice en su
primera página y como presentación:
=JESÚS. = MARÍA, = Y JOSEPH:
= AÑO DE = 1727 =
LIBRO DE CARGO DE LAS =
partidas, de Plata, que bán entrando en poder de mí Dn. Anttonio
Gallegos,
Assi de Limosnas, como ... de otras cosas, como Thesorero que soy de
la
Benerable Hermandad de la Sta. Charidad de Xpto. N. S.
nuevamente fundada en esta Ciudad de la Santísima Trinidad Puerto de
Santa María de Buenos Ayres, havíendose Zelebrado laprimera Junta
General de Elecciones en la Iglesia del Señor Sn. Juan Bauptista, el
día: 13, de Marzo, de este presente Año de 1727, A las que
concurrieron como principales hermanos el Yttmo. Y Rmo. Sr. Obispo
Don Fr. Pedro Faxardo; y el Exo.
Sor. Thnte. Genl. Don Bruno de Zavala, Govor. Y Capn. Genl. de
estas Provincias del Rio de la Plata = Hermno. Maíor =D. Juan de
Samartin =
En la segunda pagina del libro de “Cargo”, se hace responsable del
mismo el Hermano Tesorero Don Antonio Gallegos y lo hace anotando lo
siguiente:
“Primeramente en 14 de Marzo, de 1727 años
me hago cargo de cuarenta Varas de Lienzo de Algodón que me entrego
el Hermano Don Juan Alonso González Procurador de Nuestra Venerable
Hermandad de la Santa Charidad de Xpto. N. S. las mismas dioce
limosna para mortajas el Ittmo. Y Rmo. Sr. Obispo.”,
en la misma pagina se encuentra el primer asiento en pesos es el día
18 del mismo mes y año , es martes, y juntan las limosnas don Juan
de San Martín , don Antonio Gallegos, don Carlos Narváez y don Juan
Alonso Gonzales, suma 24 pesos y 4 y ½ reales.
Un poco más adelante, el 4 de abril de 1727 se lleva a cabo el
primer entierro pago por la Hermandad, es la difunta Anastasia de
Areco, de lo recaudado en limosna publica para su entierro, sobraron
17 pesos y ½ real y así lo asienta en el libro de cargo el hermano
tesorero.
La fundación, la organización, y la puesta en marcha de sus obras
caritativas, se habían resuelto rápida y eficientemente, la
“Hermandad de la Caridad de Nuestro Señor Jesucristo”, había nacido,
se había solicitado las correspondientes licencias al Obispo y al
Cabildo, siéndole otorgada las dichas sin obstáculos y rápidamente,
pero habían obviado solicitar la licencia Real, es tal la
importancia de este hecho que el Rey se extraña “
... que se haya establecido esta Congregación de la Hermandad sin
licencia del dicho mi Consejo ....”, y es así como lo
expresa en la Real Cedula de El Pardo, fechada el 18 de febrero de
1741; luego de varias idas y venidas con reto incluido, y trece años
más tarde, el 16 de septiembre de 1754 desde San Lorenzo del
Escorial, con la firma de Su Majestad Fernando VI, se expide una
Real Cédula, que ordena no poner inconveniente a su funcionamiento y
confirmando los privilegios que tenían dados la Hermandad y a su
Capilla, que ya no era la primera, sino la cuarta, lugar donde es
recibida y leída frente a los hermanos en el Cabildo de la Hermandad
del 27 de junio de 1755, por su secretario el padre José González,
como consta en el Acta correspondiente.
De cualquier forma, es importante aclarar, que los hermanos, no se
habían olvidado de este detalle, que no era menor, lo hicieron de
esta forma, pues querían que la Orden de Cádiz los tomara bajo su
amparo y pertenecer a ella, revisando su archivo vemos notas y
misivas, con pedidos y solicitudes, envió de emisarios, y por
supuesto las respuestas de los hermanos de Cádiz, inclusive esta les
envía su reglamento, que los hermanos adoptan como propio y lo
cumplen permanentemente en su obra caritativa. Lamentablemente, en
el libro de los “Acuerdos de la Hermandad de la Santa Caridad”,
donde están las Actas de los Acuerdos del Cabildo de la Hermandad,
desde 16 de noviembre de 1727 hasta fines del año 1798, no figuran
los documentos recibidos o enviados, como toda Acta solo figura el
echo, y en los casos que corresponda, solo esta explicado el
contenido del documento tratado, de propio o de terceros. Iniciada
la actividad, tendrá la “Hermandad de la Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo”, su primer domicilio en las actuales calles Alsina y
Piedras, solar donde se halla la Parroquia de Naturales, iglesia de
San Juan Bautista, donde el primer Hermano Mayor de la Hermandad,
don Juan de San Martín, era benefactor propietario. La Hermandad
quiere y consigue su propio lugar, el solar estaba más allá del
Zanjón del Sur, en la esquina de las actuales calles Tacuarí e
Independencia, esta ultima no existía, es por lo tanto necesario
abrirla, y así lo hace la hermandad. Se erige el Hospital de San
Miguel y una Capilla anexa, con la imagen de Nuestra Señora de los
Remedios, traída de Cádiz por don Juan Alonso González, oficiándose
la primera misa el 15 de agosto del 1727. Solo seis años más tarde
la Hermandad se traslada, cuando el Hermano Mayor don Tomás Alonso
Fernández, decide fundar otra capilla, más al norte de la primera,
comprando un solar en las actuales calles de Suipacha y Bartolomé
Mitre, don Juan Alonso González y don Agustín Cordero son delegados
para la compra del lugar, el vendedor era don José Javier de
Espinosa, la propiedad se compra en 219 pesos, incluido el derecho
de compra, así nace el tercer asentamiento de la Hermandad de la
Santa Caridad. La vieja capilla se pone a la venta, y la compra por
un total de 645 pesos el capitán Matías Flores, pagados de la
siguiente forma:
“habiéndose Vendido por Nuestro Hermano La
Capilla del Alto de San Pedro, A “ Don Mathias Flores, entrego su
Valor ajustado en los espezies, siguientes =
“Dio 200 p. En plata, por los ladrillos que estaban puestos, en los
Zimientos de la “ Iglesia que estaba deliniada. 200 p.
“Dio 60 p. Por el Solar de la Capilla. 60 p.
“Dio 5 tirantes, que se Regulan a 7 ps. 35 p.
“Dio 54 Costaneras, se Regulan, a 4 R. 27 p.
“Dio 6 humbrales, se Regulan, a 3 p. 18 p.
“Dio 500 cañas, se Regulan, a 3 ps. 15 p.
“Dio 2 mil tejas, se Regulan, en 36 p.
“Dio 20 mil ladrillos, se Regulan a 12 p. 240 p.
“Dio La Puerta de la Capilla, y rellenos, 14 p.
“= Esto es lo que dio don Mathias Flores =" 645 p.” Este
resumen, esta asentado en el “Libro de Fundación”. La Capilla la
rehabilita don Mathias Flores como “Templo de Nuestra Señora de la
Inmaculada Concepción”, erigiendo en ella el primer altar del “Beato
Pedro González Telmo”.
En el tercer templo de la Hermandad se inaugura un cementerio anexo,
para pobres y gratuito, cumpliendo el primer fin de la Hermandad,
aunque lamentablemente en 1741, se lo cierra, dado el pedido de los
sacerdotes de los otros templos, que veían perjudicados sus
ingresos.
Desde noviembre de 1733, se construye la nueva Capilla, dándole
termino a los trabajos el 29 de septiembre de 1738, fecha en que es
inaugurada. Este mismo año, más precisamente el 16 de abril el
hermano tesorero, anota en el “Libro de Cargo” de la Hermandad, “me
hago cargo de 59 pesos y 5 reales procedidos de la primera recoxida
de vacas en el campo Pago de la Magdalena que se le vendieron a Dn.
Juan Cavezas en la referida cantidad” Debido a su condición de
viudo, don Juan Alonso González, decide dedicarse a la vida
religiosa, ordenándose sacerdote en 1734, siendo el primer Capellán
de la Capilla de la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo, ubicada ya para esa época en las hoy calles Suipacha y
Bartolomé Mitre.
Cerrado el cementerio, esto no seria obstáculo para que muchos
fueran enterrados en sus patios y nave, pero uno de los principales
motivos, sino el más importante, no se podía llevar adelante, es por
ese motivo que los miembros de la Hermandad, con el padre Juan
Alonso González, deciden dedicarse a reabrir el Hospital; se
construye una sala con 11 camas, el único hospital de la ciudad
podía asistir tan solo a once enfermos, de los muchos que había, de
esta forma humilde y simple, nace el actual Hospital Rivadavia. En
1745, una disposición del Obispo fray José de Peralta y Barrionuevo
Rocha y Benavides, traslada al padre Juan Alonso González a Córdoba,
para acompañar a las primeras monjas del monasterio de Santa
Catalina de Siena, siendo designado Capellán de Santa Catalina, de
esta forma se ve obligado a dejar la Hermandad. Con decidida
vocación eclesiástica, José González Islas, hijo del padre Juan
Alonso González, había nacido en Santiago del Estero, el 15 de
agosto de 1722, fue ordenado sacerdote con dispensa de edad, un año
antes, será quien reemplacé a su progenitor, en el cargo de Capellán
de la Iglesia y hospital de San Miguel. El padre José González
Islas, tardara poco en demostrar sus condiciones, poco se ha de
extrañar al hermano fundador, pues inmediatamente comienza la
construcción del nuevo templo, que se finalizara en 1754, con
“..Torre, coro y pórtico..”, siendo mucho más grande que la anterior
capilla, para esta fecha la Hermandad no solo contaba con el terreno
de la Iglesia y el hospital de San Miguel, tenia también un terreno
adquirido en la misma manzana, en 1744, a un valor de 400 pesos,
predio que hoy es la plaza Roberto Arlt. En la Trinidad, era malo
ser pobre o enfermo, y ni hablar si uno cargaba con las dos cosas
juntas, pero ser huérfano y pobre superaba todos los limites del
abandono; el Rey al negar el permiso para inaugurar el asilo que
pedía doña Juana de Saavedra, a favor de la reinstalación del
Hospital San Martín de Tours, dejaba a los huérfanos en la calle, la
Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, decide
tomar cartas en el asunto y se predispone a solucionar el problema.
El entonces Maestro Mayor don Francisco Álvarez Campana, con fecha
21 de septiembre de 1755, propone la creación de un colegio de
huérfanas, lo hace “... con reserva del Patronato y título de
fundador...”, lo cierto es que dos meses después, el 20 de noviembre
se instalaban las primeras once huérfanas, oficiando como rectora
doña Teresa Bazán, el Colegio se llamara “Colegio de Nuestra Señora
de los Remedios”. Desde aquí en adelante la “Hermandad de la Santa
Caridad ...”, adquiere una importancia preponderante en el
desarrollo de la Ciudad y de sus habitantes, que quizás hoy todavía,
no lo sepamos valorar plenamente, o quizás, no tengamos una plena
visión de lo que hubiera sido del futuro de los pobres y los
huérfanos, sin la Hermandad. El colegio se fue transformando, se le
daba asilo a los aislados de la sociedad, huérfanas, mujeres
separadas, niñas alejadas de su familia, mujeres adulteras, y
pupilas judiciales, se las protegía y educaba, se realizaban
trabajos simples para la población, este seria en Buenos Aires la
primera agencia matrimonial, ya que si un hombre de oficio sin
relaciones en la comunidad deseaba formar familia, podía solicitar
esposa en el colegio, por supuesto de concretarse la unión
matrimonial, la ceremonia se realizaba en la Capilla del Hospital;
en el colegio externo se le daba educación a las hijas y criadas de
la más selecta sociedad de Buenos Aires, se atendía las enfermedades
en el Hospital de “San Miguel” y se enterraba a los pobres, los
cuerpos abandonados en la vía publica, y a los ajusticiados. La
“Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo”, hasta
aquí contaba con el “Hospital de San Miguel”, la Iglesia, el “asilo
de huérfanas “Colegio Nuestra Señora de los Remedios”, y por
supuesto el cementerio.
Don Francisco Álvarez Campana, hermano mayor de la Hermandad, en el
año 1766, va ha dar con sus huesos a la cárcel, por orden Real y le
son confiscados los bienes, al parecer, había usado en provecho
propio fondos destinados a la Hermandad, masprecisamente los
destinados al Hospital, para comprar propiedades que puso a su
nombre, estará en la cárcel los siguientes seis años, saliendo en
libertad en 1771, la localidad de Campana en la provincia de Buenos
Aires, le debe su nombre a don Francisco Campana, porque en ese
lugar se hallaba una de sus estancias. En 1774, se reinaugura el
Hospital con una capacidad de setenta y tres camas, con mejora en
las puertas y ventanas, todo revocado y con médicos y botica propia,
se había terminado las reformas en 1770, en el intermedio el Hermano
Mayor Manuel de Basalvibaso hace construir con capitales propios y
algunos donativos una sala de más de cuarenta y cinco varas (unos 40
metros), convirtiéndolo en el hospital más importante de la ciudad.
Lamentablemente toda la historia de la Hermandad esta marcada por la
pobreza, a pesar de ser sus miembros en su mayoría “de posibles”,
esto no la libraba de pasar necesidades, por esa razón el padre José
González Islas decide viajar a España, le otorga poder a su sobrino
político Domingo Belgrano y Peri, esposo de su sobrina María Josefa
González Casero, los padres del general Manuel Belgrano, y el parte
a la búsqueda de la indulgencia y los favores Reales; tiene un
envidiable éxito, pues consigue de la Corona que por Real Cedula se
le otorgue a la Hermandad, la “Estancia de las Vacas” en las
cercanías de Carmelo, hoy territorio Uruguayo, ubicada junto al
arroyo Juan González, estancia que perteneciera anteriormente al
Colegio de Nuestra Señora de Belén de los Jesuitas, en 1767,
expulsados por la Corona. Esta “Estancia de las Vacas”, bien merece
un pequeño aparte, pues los Jesuitas habían dejado en ella una obra
impresionante, tenia una Capilla de 26 varas de largo por 6 varas de
ancho, de bóveda; una sacristía de 6 varas de largo por 5 varas de
ancho, también de bóveda; y en la parte de afuera un cementerio
cercado de ladrillo. La casa principal tenia 4 cuartos de 7 varas
con corredor; al frente de la casa principal, 5 cuartos de 5 varas y
1 de 12 varas de largo, todo techado de teja; hacia el sur estaba la
cocina, y 2 cuartos destinados a almacén; una huerta con árboles
frutales y viñas; tenia cuarto para jardinería, Herrería, panadería,
y un acopiador de carbón; Noria; Atahona; 2 hornos de hacer cal de
piedra; un horno de ladrillo; 2 galpones, y siete ranchos de paja
para habitación de los esclavos y peones. En el año 1790 el Hermano
Mayor don Martín Joseph de Altolaguirre, toma estado de la ganadería
de la estancia, quien había sido Ministro de Real Hacienda, detalla
cada aspecto del lugar, los Puestos de El Ñato, Las Tunas, Rabonas,
Juan de la Cruz, San Agustín, del Arroyo Sarandi, del Arroyo
Migueletes, del Cerro de las Armas, Calera de la Conchilla, etc...,
contabiliza 42.691 cabezas de ganado vacuno (de rodeo, alzado y
tamberas), 78 bueyes, 626 cabezas ganado caballar (manso, redomones,
sanos, macarrones y de doma), 1.558 yeguas, 400 cerdos ariscos y 552
ovejas. Contaba para esta época con pulpería, posta y un pequeño
puerto sobre el rió Juan González. Esta suerte pasa a ser propiedad
de la Hermandad, en el año de 1778, hasta este año, la
administración de la estancia la había llevado a cabo don Juan de
San Martín, padre del General don José de San Martín, se conocerá a
la estancia como “la Calera de las Huérfanas”, tendrá protagonismo
en varios y diversos hechos de la historia rioplatense, por ejemplo
en 1811 Artigas fue proclamado “Jefe de los Orientales” en la
Capilla de la estancia.
Otra de las Reales Cedulas otorga a la Hermandad la “Botica” de los
Jesuitas, al fin los hermanos logran realizar uno de sus sueños más
importantes, proveer de medicamentos gratuitos a los vecinos pobres,
al resto de los vecinos se les vende los remedios, este dinero
ayudaría a las obras de la Hermandad.
En la farmacia, se entronizo una imagen de Nuestra Señora de los
Remedios, imagen que al venderse la farmacia a don Antonio Ortiz de
Zárate, será trasladada a su casa de la calle Maipú entre Rivadavia
y Bartolomé Mitre, don Antonio provee gratuitamente los remedios que
necesita el Hospital de Mujeres de la Hermandad, a su muerte la
imagen sigue perteneciendo a la familia Ortiz de Zárate hasta que el
2 de febrero de 1895 doña Trinidad Ortiz de Zárate la entrega al
Párroco Luis Duprat, hoy se la puede ver en la Iglesia de Nuestra
Señora de Belén. Otra de las propiedades que se le otorga a la
Hermandad de la Santa Caridad, por Real Cedula es la Estancia,
Chacra, Capilla y Posta de Nuestra Señora de los Remedios en los
pagos de la Matanza (actual Ezeiza). El más importante logro del
viaje del Padre José González Islas, son los 2.000 pesos que durante
ocho años recibe la Hermandad de las Reales Cajas. A estas
propiedades, hay que sumarle la “Chácara de los Remedios”, que
estaba ubicada entre las calles Rivadavia–Escalada–Riachuelo y
Lacarra, de la ciudad de Buenos Aires, esta chacra era propiedad
personal del Padre José González Islas, en ella se cultivaba fruta y
verduras, todo para proveer al alimento de las huérfanas y el
hospital, había también un oratorio donde se veneraba la imagen de
Nuestra Señora de los Remedios. Imagen que pasara a pertenecer con
el tiempo a la familia Olivera, permaneciendo en el seno de esta
piadosa familia hasta que doña Dolores Martínez de Olivera la dona a
los salesianos, en ese momento estos estaban construyendo el templo
de Nuestra Señora de los Remedios, en los mismos terrenos de la
chacra, era el año 1933, y en la Floresta. De esta forma, y gracias
al viaje que había realizado a la tierra de sus mayores, el padre
José González Islas, había conseguido que la Hermandad, pasara de la
absoluta pobreza, a estar rica y considerada por la más alta
sociedad.
A su regreso, el padre González Islas debe enfrentar otros
problemas, la Iglesia estaba al borde del derrumbe, se decide y se
construye la nueva, dura la obra seis años, se celebró la primera
misa y fue bendecida, el 20 de noviembre de 1788, por Monseñor Don
Mariano de Azamor y Ramírez, Obispo de Buenos Aires, acompañaron la
procesión el Cabildo, la Hermandad y mucho publico. El 7 de agosto
de 1779, había abierto sus puertas por iniciativa de don Marcos José
de Riglos, la Casa de Niños Expósitos, con muy buenas intenciones,
pero como todo en estas tierras, a los pocos años no saben como
sostener económicamente la institución, entre otras iniciativas,
aparecen Rodríguez de la Vega y Manuel Basavilbaso proponiéndole a
Vertíz que traspase la Casa a la Hermandad, cosa que se concreta el
21 de febrero de 1784. Para fines del siglo XVIII, la Hermandad debe
administrar el Hospital, el Colegio y la Casa de Expósitos, sin
olvidar la Iglesia, y el entierro de los pobres olvidados, aunque
hacia nueve años que se había trasladado a la Iglesia de Montserrat,
seguía a pleno con sus obras; el padre José González Islas había
quedado en la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, donde
fallece el 17 de enero de 1801, siendo enterrado junto a su señor
padre, quien había fallecido en el año 1768, en el Convento de Santa
Catalina de Siena. La Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor
Jesucristo, continuara con su obra hasta 1822, cuando la reforma
religiosa del gobierno de Martín Rodríguez, crea la Sociedad de
Beneficencia, pasando bajo su administración los bienes de la
Hermandad. La Estancia de Nuestra Señora de los Remedios, en la
Matanza, será vendida a don Pablo José de Ezeiza, el 31 de julio de
1828, su casco estaba ubicado dentro del perímetro de los terrenos
que actualmente ocupa el Aeropuerto Internacional de Ezeiza; será el
primer establecimiento alambrado del territorio Argentino, cuando
era su dueño don Francisco Halbach, y corría el año de 1855.
La Estancia de las Vacas, en territorio uruguayo, se fracciona y se
vende entre 1836 y 1838.
El Hospital de San Miguel, lo conocemos hoy con el nombre de
“Hospital Rivadavia”, y “la Casa Cuna”, que deriva de aquel, termina
luego de varias mudanzas, en la quinta de los Balcarce, ubicada
entre las actuales calles de Caseros-Montes de Oca-Ituzaingó y
Tacuarí, hoy lo conocemos como Hospital de Pediatría Pedro de
Elizalde (Ex – Casa Cuna). El Colegio se muda al Convento de San
Ramón, siendo a partir de allí colegio estatal. El donde estaba el
viejo Hospital de Mujeres, se levantara posteriormente el edificio
de la Asistencia Pública, que demolido dejara lugar a la actual
Plaza Roberto Arlt. Solo queda en pie la Iglesia de Nuestra Señora
de los Remedios, quien fuese designada cabeza de la Parroquia de San
Miguel Arcángel, a partir de allí ira ocultando poco a poco su
nombre y hoy la conocemos más como “Iglesia de San Miguel”. El
nombre del padre Juan González, noble fundador de la Hermandad, a
sido tema de diversos debates, Vicente G. Quesada lo nombra como
Juan Antonio. Don Joaquín Belgrano, que era su bisnieto, hace
colocar una placa en su tumba, donde figura con el nombre de Juan
Guillermo González y Aragón. Meyer Arana lo nombra como Gutiérrez
González de Aragón, aunque hace la salvedad de que se refiere a su
apellido, lo mismo hace el historiador Arnaldo Miranda.
Sin ánimo de entrar en ninguna controversia, en este trabajo que se
hace para exaltar los valores de aquellos hombres, que colocaron la
caridad como bandera, se ha tomado para nombrar al fundador, el de
Juan Alonso González, pues así figura en los libros de “Cargo”,
“Fundación “, y en el libro de Actas de Cabildo de los “Acuerdos de
la Hermandad de la Santa Caridad”, allí se lo nombra e inclusive su
persona lo firma de ese modo.
En esta Ciudad, que estaba muy lejos de los Reinos de España, muy
lejos de la cabecera del Virreinato, los lugares donde se tomaban
las decisiones de fondo, un hombre y un grupo de hombres, pondrían
la piedra fundacional, de una gran parte de las instituciones en el
Buenos Aires colonial, estas serian la base de la salud, la
educación, y la solidaridad, a partir de 1727, los hermanos dan
muestras constante de que las obras que fundan, tienen bases sólidas
y sobradas razones, será por eso, que tanto las Iglesias, como las
demás obras perduran en el tiempo, llegando con otros nombres hasta
nuestros días, donde siguen siendo instituciones fundamentales para
la salud, la educación y la caridad.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1) ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN S. IX, 15-1-22 (Libro de Cargo,
desde el 14-3-1727 al 12-7-1768)
2) A. G. N. S. IX, 6–7- 8 (Libro de Fundación, desde el 13-3-1727 al
27-5-1738)
3) A. G. N. S. IX, 27-8-3 (Acuerdos de la Hermandad de la Sta.
Caridad, de 1727 a 1798)
4) A. G. N. S. IX, 6-7-9 (Hermandad de la Caridad, 1740 a 1790)
5) A. G. N. S. IX, 6-9-2 (Hermandad de la Caridad, 1778 a 1809)
6) A. G. N. S. IX, 6-9-3 (Compañía de Jesús)
7) A. G. N. S. IX, 22-10-3 (Temporalidades de Bs. As., 1769 a 1821)
8) FURLONG, Guillermo S. J. “Historia del Colegio del Salvador”,
Tomo I (1617-1841), obra editada por el Colegio del Salvador, Buenos
Aires, año 1944
9) LUQUI LAGLEYSE, Julio A. “La Hermandad de la Santa Caridad”,
Revista “Todo es Historia”, N° 106, marzo de 1976, paginas 58 a 73.
10) IBÁÑEZ, José C. “Historia de las Instituciones políticas y
Sociales”, Buenos Aires, año 1970.
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